Caesura

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De la Traducción como Conquista, Parte II

Encuentra la primera parte de este ensayo en español aquí.

El Jetztzeit de Walter Benjamin, o “el tiempo del ahora”[1] se apropia de la conquista de la historia de Nietzsche. En la Tesis XIV de Sobre el concepto de la historia, Benjamin escribe:

La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino el que está lleno de "tiempo del ahora". Así, para Robespierre, la antigua Roma era un pasado cargado de "tiempo del ahora", que él hacía saltar del continuum de la historia. La Revolución Francesa se entendía a sí misma como un retorno de Roma. Citaba a la antigua Roma tal como la moda a veces cita a un atuendo de otros tiempos. La moda tiene un olfato para lo actual, donde quiera que lo actual de señas de estar en la espesura de lo de antaño. La moda es un salto de tigre al pasado. Sólo que tiene lugar en una arena en donde manda la clase dominante. El mismo salto, bajo el cielo libre de la historia, es ese salto dialéctico que es la revolución, como la comprendía Marx.[2]

La observación del embarazo del pasado con “el tiempo del ahora” está lejos de ser obvia. Sólo si es construida – o actuada como material – aparece su potencial. La detonación del continuo de la historia coincide con nuestra toma de posesión del pasado. Es más contundente que un “procesando”. Tal como Benjamin señala en la Tesis V: “La imagen verdadera del pasado pasa de largo velozmente. El pasado sólo es atrapable como la imagen que refulge, para nunca más volver, en el instante en que se vuelve reconocible”. En esta imagen, todo lo del pasado es condensado en una mónada. La perspectiva ahistórica de hoy (una especie de historicismo) no es solamente un lastre. Podría significar también que todo puede ser resuelto o llevado ante la corte del juicio en una sola pasada. Hemos malgastado incontables tales oportunidades y continuaremos a menos y hasta que “capt[emos] la constelación en que ha entrado [nuestra] propia época con otra, muy determinada, del pasado. [3] Aquella relación entre el presente y el pasado está allí para nuestra aprehensión. Estamos asustados de sostenerla y detenerla en seco.

Keith Waldrop, Collage. From: Passages.

Lo que Marx en Eighteenth Brumaire llamó el acto de los revolucionarios burgueses de “ansiosamente invocar los espíritus del pasado para servirles” era para Benjamin la enteramente legítima cita de la historia. Citar algo lo introduce en un nuevo contexto – como lo que estoy haciendo aquí. Permite que lo citado se desarrolle, que reclame atributos que le pertenecen, que deben serle dados primeramente. Esta cita abre el pasado tanto para el uso como el abuso. Pero la verdad tiene piernas para correr de nosotros; los espíritus que enrolamos podrían no quedarse callados. Podrían pedir ser arrancados de donde sea que ellos han estado recientemente incrustados – no para volver de donde vinieron, sino que para reanimar otro cadáver. Marx llamó la atención sobre el necesario malreconocimiento que acompaña cualquiera tal conquista del pasado. Cuando las revoluciones políticas burguesas se pusieron al corriente con las transformaciones que la sociedad ya había estado experimentando, lo históricamente nuevo fue cegado por su propia luz; Robespierre tuvo que vestir la toga romana antes de que su época pudiera tejer sus propias prendas. Marx compara este salto al movimiento en y entre los idiomas: “Es como el principiante al aprender un idioma nuevo lo traduce mentalmente a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su lengua natal”[4]. Sólo se caerá la toga cuando ya no quepa más.

“El tiempo del ahora” está eternamente presente tanto en el pasado como en aquello que hacemos presente en él. En la propia traducción de Benjamin de este texto al francés, torna Jetztzeit como à-present. La preposición recalca el carácter de la imagen de aquello que ha sido – el congelado aspecto de sus momentos discretamente reificados que continúan apilándose. El francés de Benjamin contiene ecos de la filosofía de Bergson y de la recherche de Proust en la sutil pero inconfundible apropiación (crítica) del espacio-tiempo. Todo esto y más se encuentra incrustado en la alemana Jetztzeit (pero solo es actualizado en su traducción), creciendo como lo hace desde la metodología que Benjamin desarrollara través su enorme e inacabada construcción del París decimonónico en Das Passagen-Werk. Benjamin no opta por una traducción literal de sí mismo, como podríais esperar si has (mal)leído The Task of the Translator [– o La tarea del traductor]. A pesar de que el francés no cose las palabras como lo hace el alemán, Benjamin podría haber empleado maintenant-temps. A diferencia de Jetztzeità-present es un adverbio. Las opciones inglesas de “presently”, “currently”, y la literal “at present”, todas demuestran el hecho de que modifica un verbo. “El tiempo del ahora” es la forma en que el cambio podría acontecer. Es la forma en que la historia – y la traducción – podría acontecer.

Que luz… e a noite após! – Efêmera beldade …”[5] como la mujer en la calle de Baudelaire, “L’image vraie du passé passe en un éclair.” “Pues es una imagen irrecuperable del pasado que amenaza con desaparecer en [mit/avec] cualquier presente que no se reconozca a sí mismo como creyera deber reconocerse en aquella imagen”. El pasado no desaparece en el presente sino que trona hacia el olvido junto con él. El presente es supuesto por el pasado, incluso si no es el futuro que el pasado tenía en mente. El francés de Benjamin es-tá visé; justo ahora está apuntado por y dirigido a la historia. Sus vistas están puestas, ¿pero qué tal las nuestras? //

Jean-Marc Côté, A l’école(At school) from En L'An 2000(In the Year 2000), 1900.

gemeint/visé


[1] Tomamos la traducción de este concepto al español de la traducción al español (2012) de la traducción al francés del original alemán de Benjamin  “Die Aufgabe des Übersetzers” (1923), publicado como prefacio a la propia traducción de Benjamin de los “Tableaux parisiens” (1861) de Charles Baudelaire. La traducción al español, a cargo de John Jairo Gómez Montoya – intitulada “El abandono del traductor” – se basa en la traducción de Laurent Lamy y Alexis Nous, intitulada “L’abandon du traducteur”. En las notas de los traductores franceses, donde se explica la razón de la traducción e interpretación de los términos benjaminianos empleados, Jairo traduce el término Jetztzeit como “tiempo del ahora”, “el ‘en-el-presente’”, “la evenemencialidad”. A diferencia de los traductores franceses, Jairo no explica los criterios tras su traducción.

[2] Benjamin, Walter (1989). Sobre el concepto de historia y otros fragmentos. Traducción de Bolívar Echeverría (2005), página 29. Reemplazamos con esta traducción la utilizada por Carder, ubicada en el mismo volumen previamente citado sobre los trabajos de Benjamin, a cargo de Marcus Bullock y Michael W. Jennings (2014), y que también será utilizado en las posteriores citas de Benjamin en esta sección. Al mismo tiempo, aprovechamos este espacio para revelar que esta traducción de Echeverría corresponde a la misma que habíamos empleado, intencionalmente desde una materialidad effacé, en la sección I.

[3] En la traducción de Echeverría de “Sobre el concepto de historia” se utiliza el verbo aprehender (33) – entendido como un capturar, requisar, prender –, centrado principalmente en la acción y el establecimiento de una jerarquía, para describir la acción que en inglés se presenta desde grasp, relacionado principalmente con los conceptos de tomar y entender algo. No obstante, en una de las variantes que el propio Echeverría presenta en la sección recopilatoria “Tesis sobre la historia: apuntes, notas, variantes”, que acompaña al ensayo principal, traduce un pasaje prácticamente idéntico con el verbo captar. Realizamos este cambio en la traducción para mantener el juego semántico que Carder realiza con los dos conceptos: grasp y apprehend.

[4] Reemplazamos la fuente empleada por Carder – una reconstrucción del texto desde sus distintas ediciones – y que tiene como traductor del pasaje y del capítulo a Saul K. Padover, quien trabaja sobre la edición alemana de 1869. La edición empleada por nosotros, El 18 brumario de Luis Bonaparte (2003), publicada por la Fundación Federico Engels, se encuentra en cambio a cargo del colectivo Grupo de Traductores de la Fundación Federico Engels.

[5] Charles Baudelaire, As flores do mal. Traducción de Ivan Junqueira, página 361. Reemplazamos, intencionalmente, la versión original de Baudelaire, empleada por Carder – Un éclair, puis la nuit! —Fugitive beauté…