Sien en Trilce (III): Homenaje a César Vallejo

Caesura presenta los siguientes extractos como anticipo del dossier Sien en Trilce, en memoria de los 100 años del poemario Trilce (1922) de César Vallejo, de pronta aparición en la edición nº 22 de la revista Mar con soroche (Santiago / La Paz) en colaboración con Vallejo Sin Fronteras Instituto (Lima), en el cual han participado más de 77 escritores de América y Europa.


 

TRILCE XIV

Cual mi explicación.
Esto me lacera de tempranía.
Esa manera de caminar por los trapecios.
Esos corajosos brutos como postizos.
Esa goma que pega el azogue al adentro.
Esas posaderas sentadas para arriba.
Ese no puede ser, sido.
Absurdo.
Demencia.
Pero he venido de Trujillo a Lima.
Pero gano un sueldo de cinco soles.

—César Vallejo

 

TRILCE XIV

Cator
cator
cator.ce
Intempestivamente:
contrabandeando los afectos del quechua en un hilo tenso castellano.
Artista del hambre y de estos trapecios del decir,
esa manera de caminar en lo hilo de esta bruma.
Hombre fuera solo finalmente.
Reconocerse de cara a la explicación demandada:
desde dónde, pues?
Tempranía dolesciente.
Voz hacia dónde, sin embargo…
Venida a alisar la cúspide en el centro de esta lengua.
Y en la contemplación presente
ir viniendo, prematuro lúcido, deviniendo niño en el amanecer
de una tarde…
desde Trujillo a Lima, por ejemplo
a ganarse entero bajo estos cinco soles,
que más nos calientan
los huesos

—Rocío Ágreda (Cochabamba)

 

 

TRILCE XXVIII

He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
ni padre que, en el facundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su tardanza
de imagen, por los broches mayores del sonido.

Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir
de tales platos distantes esas cosas,
cuando habráse quebrado el propio hogar,
cuando no asoma ni madre a los labios.
Cómo iba yo a almorzar nonada.

A la mesa de un buen amigo he almorzado
Con su padre recién llegado al mundo,
con sus canas tías que hablan
en tordillo retinte de porcelana,
bisbiseado por todos sus viudos alvéolos;
y con cubiertos francos de alegres tiroriros,
porque estánse en su casa. Así, ¡qué gracia!
Y me han dolido los cuchillos
De esta mesa en todo el paladar.

El yantar de estas mesas así, en que se prueba
amor ajeno en vez del propio amor,
torna tierra el bocado que no brinda la MADRE,
hace golpe la dura deglución; el dulce,
hiel; aceite funéreo, el café.

Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,
y el sírvete materno no sale de la
tumba,
la cocina a oscuras, la miseria de amor.

— César Vallejo

 
Edouard Vuillard, Salon Natanson, 1897/98. Emil Bührle Collection

Edouard Vuillard, Salon Natanson, 1897/98. Emil Bührle Collection

 
 

IIIVXX

De aquella época solo conservo
una madre y un padre pequeñitos y planos,
una foto dos por dos de cariño fiero.
A tazón alzado, como en la misa de la mesa, ondea la bandera de frijoles, arroz y carne,
y un café lento, como el recuerdo,
de vez en cuando se cuela entre los días.

No habrá nunca mejor escuela
que aquella mesa de la que un día me ausenté.

A ese yo que ya no está allí,
a ese que un día se fue y que aún no regresa,
ahora que la mesa se quedó sin geografía,
qué manera de madre le va a decir de nuevo sírvete;
con qué boca comería solo un chin
de aquel hogar que ya no está.

Alguien borró mi cara de todas las fotografías
en las que aparece Dios a la hora del sacrificio,
y ahora es esa ausencia mi único don:
soy yo quien falta
y es mi propia falta la que me hace,
pero mi madre aun me espera
y los días me desllegan.

Desde esa mesa, mi padre me dibuja imágenes de un tiempo en que era bello vivir.
Levito en el sopor de aquellos mediodías:
una escoba de suspiros barre los montones
de mi propia ausencia acumulada,
mientras mi padre borda el aire con un hilo
de palabras.

Si no me hubiera ido, estaría ahora sentado
en esos recuerdos que nunca tuve.
Ahora que ya no tengo madre, ni padre,
ni recuerdos, ni mesa,
soy mi propio almuerzo
y me lo como.

— Manuel García Cartagena (Santo Domingo)

 

TRILCE XVII

Destílase este 2 en una sola tanda,
y entrambos lo apuramos.
Nadie me hubo oído. Estría urente
abracadabra civil.

La mañana no palpa cual la primera,
cual la última piedra ovulandas
a fuerza de secreto. La mañana descalza.
El barro a medias
entre sustancias gris, más y menos.
Caras no saben de la cara, ni de la
marcha a los encuentros.
Y sin hacia cabecee el exergo.
Yerra la punta del afán.

Junio, eres nuestro. Junio, y en tus hombros
me paro a carcajear, secando
mi metro y mis bolsillos
en tus 21 uñas de estación.

Buena! Buena!

— César Vallejo

Edouard Vuillard, Interior, 1902. Dallas Museum of Art.

Edouard Vuillard, Interior, 1902. Dallas Museum of Art.

 

TRILCE XVII

Umbral de los sonidos, dispersión de lo desconocido, silencio ocupado por espacios y enigmas, ámbito oblicuo, Trilce es un animal en apronte centenario que desafía e interpela fracturando el lenguaje convencional hasta tocar los límites del contrasentido y la paradoja.

¿Es Trilce un neologismo huérfano sin destino ni origen, o el nombre de una flor de Santiago de Chuco o, como habría declarado Vallejo en alguna ocasión, se trata simplemente de un hermoso invento que no quiere decir nada? El hecho es que, misterios a cuestas, trilce será el signo que defina el itinerario de los LXXVII atrevimientos que constituyen esta apropiación, esta irreverente torsión del lenguaje que luego nos será devuelto hecho jirones después de inventar una realidad poética única.

Entre sentidos trastocados, hechos añicos, asistimos a un inagotable constelación de imágenes y metáforas audaces que inducen a la ruptura de todas las fronteras, creando, más bien, una tensión apátrida entre opuestos que se tocan en la unidad de sus multiplicaciones, tal cual se pone de manifiesto en el poema XVII: Destílase este 2 en una sola tanda, / y entrambos lo apuramos. / Nadie me hubo oído. Estría urente / abracadabra civil .

Se destruye el espacio, la gramática y sus formas establecidas, desordenando el universo, desacralizando la melodía única, desafinándola; carcome las normas de la lógica convencional para construir, mordaz, a partir del azar y de la muerte: La mañana no palpa cual la primera / cual la última piedra ovulandas / a fuerza de secreto. La mañana descalza .

Y es que sucede que ya no hay arriba porque ya no hay abajo. Ya no hay antes porque ya no hay después, ni hay saber porque no se sabe nada, y lo que hay está desgarrado, abolido por la muerte: El barro a medias / entre sustancias gris, más y menos.

Lenguaje insatisfecho, ¿por dónde anduviste, César?, ¿qué miraste desde tu orfandad, desde tu solitaria multitud?, ¿qué números inquietaron tus señales vacías? Salto a la intemperie anónima de tu infancia, cuéntanos qué navegaciones ocultaron tus perturbados ojos de puma y de guanaco: Caras no saben de la cara, / ni de la / marcha a los encuentros. / Y sin hacia cabecee el exergo. / Yerra la punta del afán . En este lenguaje disonante las obsesiones se alojan inmóviles, carentes de espacio y tiempo, y desde esa quietud inquisidora construyen un universo de espejos contrapuestos que conciben una realidad a partir de un avasallante absurdo intuitivo.

Evocación y vértigo, desencanto y pasión, Trilce fustiga sus bueyes hasta el hartazgo buscando el centro en lo más crudo de lo cotidiano: Junio, eres nuestro. Junio, y en tus hombros / me paro a carcajear, secando / mi metro y mis bolsillos / en tus 21 uñas de estación. / Buena! Buena!

— Juan Carlos Orihuela
La Paz, noviembre de 2020

 

 

Rocío Ágreda Piérola (Cochabamba). Ha estudios en Filosofía y Literatura y ha participado de proyectos editoriales ‘Género aburrido’ y  ‘Lenguanegra’. Ha dirigido la esquizoeditorial Klamm y fundado las revistas Metamorphoseón y Heroína. Publicó el poemario Detriktus y actualmente está en proceso Horses Drawn with Blue Chalk, en Ugly Duckling Presse.

Manuel García Cartagena (Santo Domingo). Escritor, profesor, editor y traductor dominicano. Ha firmado varios de sus libros como G.C. Manuel.

Juan Carlos Orihuela (La Paz). Profesor Emérito de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, Bolivia. Doctor en Literatura Hispanoamericana (Davis, California). En poesía ha publicado De amor, piedras y destierro (1983); Llalva / Los gemelos (1995); Febreros (1996); Cuerpos del cuerpo (2000); Oficio del tiempo (2005); Poemario de sensaciones (2009); Las horas del mundo. Antología personal (2010); Fragmentos nómadas (2014); Padre nuestro (2017) y Lo distante (2018).

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